lunes, 1 de junio de 2015

La paternidad espiritual del Fundador

En la vida del Movimiento de Schoenstatt han surgido corrientes de vida concretas y destacadas que todos conocemos: la alianza de amor con María y una activa fe práctica en la Divina Providencia. Junto a éstas dos se ha desarrollado también a partir del carisma de la persona del Fundador y de las experiencias que los miembros de la Familia tuvieron con él una fuerte "corriente del padre".

El Padre Kentenich, convencido de la importancia que tiene el padre para el desarrollo espiritual y religioso de la persona, se puso a disposición de los primeros jóvenes congregantes con su personalidad y su servicio desinteresado a la vida como un amoroso y cercano acompañante paternal. Y ellos lo experimentaron como un verdadero padre. Fue su estilo paterno sacerdotal, atento y conocedor del nombre de cada uno, acogedor, impulsando y exigiendo a la vez, lo que hizo que muchos hombres y mujeres se sintieran también seguros bajo su paternidad y cuidado en las décadas posteriores. Todos los miembros y grupos hicieron la misma experiencia: el Fundador era el centro vital de la así llamada “Familia de Schoenstatt”. El padre con la gracia de su carisma pudo ser y fue para muchos un transparente vivo del Padre Dios. 
El Padre Boll escribe en estas páginas su propio testimonio: “Siempre de nuevo experimenté el regalo de poder tener la experiencia de la cercanía y del amor de Dios a través de este gran sacerdote movido por el Espíritu Santo que fue el Padre Kentenich”. La experiencia del fundador como personalidad paternal anclada en Dios y abierta a los hombres que le rodeaban ha propiciado que se haya desarrollado una fuerte corriente patrocéntrica en el Movimiento de Schoenstatt.    

Valga como fundamento teológico para aquellos que acceden por primera vez a esta realidad las siguientes palabras de la Constitución Lumen Gentium sobre la Iglesia: “En la vida de aquellos que, siendo hombres como nosotros, se transforman con mayor perfección en imagen de Cristo (cf. 2 Co 3,18), Dios manifiesta al vivo ante los hombres su presencia y su rostro. En ellos El mismo nos habla y nos ofrece un signo de su reino, hacia el cual somos atraídos poderosamente con tan gran nube de testigos que nos envuelve (cf. Hb 12, 1) y con tan gran testimonio de la verdad del Evangelio. (LG, 50)” Desde esta perspectiva se entiende que para los miembros de la Familia de Schoenstatt su Fundador, el Padre José Kentenich, fuera y siga siendo un “transparente del Padre Dios”.

Ante la pregunta que nos hacemos y se hacen muchos sobre la postura en esta materia de las nuevas generaciones, de aquellas que no conocieron personalmente al Padre Fundador, recuerdo las palabras que nos dirigió el Papa Juan Pablo II el día 20 de septiembre de 1985 en la audiencia que concedió a la Familia de Schoenstatt con ocasión de la celebración del primer centenario del nacimiento del Padre Kentenich: “La experiencia secular de la Iglesia nos enseña que la íntima adhesión espiritual a la persona del fundador y la fidelidad a su misión – una fidelidad que está siempre de nuevo atenta a los signos de los tiempos - son fuente de vida abundante para la propia fundación y para todo el Pueblo de Dios… Vosotros habéis sido llamados a ser partícipes de la gracia que recibió vuestro fundador y a ponerla a disposición de toda la Iglesia.”


(Reflexión personal: Cada día me pregunto si verdaderamente los miembros más ‘jóvenes’ de las comunidades de Schoenstatt somos conscientes y consecuentes con la tarea de llevar la misión del Padre Fundador a la Iglesia con esa fidelidad creadora “atenta a los signos de los tiempos” que nos pidió el Papa Juan Pablo II y que las primeras generaciones vivieron con tanta generosidad …………… ¡Invito a mis lectores a escribir, si lo desean, sus opiniones al respecto!)

1 comentario:

  1. Interessante reflexão... também me pergunto ... como fazer para poder ser consciente e consequente com esta tamanha missão... por isso peço a graça... a graça de podermos experimentar este carisma e missão sempre, e a partir daí poder testemunhar na vida!

    ResponderEliminar