lunes, 27 de octubre de 2014

Un riesgo de fe - el fundador y el acto de fundación

El Padre Boll nos invita a reflexionar sobre el acto de fundación de Schoenstatt en aquel memorable dieciocho de octubre de 1914 y a profundizar en lo acontecido en el alma del Padre Kentenich en aquellos días y semanas posteriores a su charla a los seminaristas.

Alguno puede pensar que en la tarde del dieciocho de octubre citada un sacerdote joven y piadoso se reúne con unos jóvenes en una capilla que estaba más o menos abandonada y se dirige a ellos con una plática; se podría pensar que se trata de una ‘práctica piadosa’ cualquiera cuyo contenido se olvidará pronto, como ocurre con lo escuchado en tantas homilías. Pero el asunto no fue así.

El sacerdote citado, P. José Kentenich, da un salto de fe y vive el momento de fundación como “el mayor riesgo de fe de su vida”; así lo aclarará después a sus hijos espirituales más cercanos. El riesgo de aferrarse en la fe al convencimiento de que Dios tenía un plan de amor con él y con el lugar de Schoenstatt como un lugar de peregrinación. Un salto mortal para el entendimiento, para la voluntad y para el corazón.

En un diálogo con unos estudiantes de teología que tuvo lugar en Milwaukee en el año 1963, el fundador contestó a la pregunta de cuál había sido el riesgo de fe más grande de su vida, si Dachau o el día de la fundación: “Dachau no, sino octubre de 1914, porque los motivos que sostenían el fundamento de mi fe eran muy débiles, y la transcendencia del salto de fe fue mucho mayor”.

Como se puede deducir, el acontecimiento del acto de fundación sólo se podrá entender en su profundidad e importancia desde la fe. La fe práctica en la Divina Providencia es para el Padre Fundador una cosmovisión, su segunda naturaleza. El fundador está convencido en esta ocasión, como en tantas otras, de que Dios tiene un plan y que todo lo que ocurre o permite está orientado a llegar al plan de amor previsto por Él.

El Padre Boll cuenta: “En el atardecer del día 18 de octubre de 1914 hay solamente una persona que sepa de lo ocurrido y que vislumbre en parte la importancia de los hechos para la historia de la iglesia; esa persona es el fundador mismo. En ese momento la tensión en su alma es grande: ¿Qué seguiría a lo acontecido? ¿Confirmaría la “resultante creadora” el significado de lo que él había arriesgado en su confianza creyente? El camino de la aventura del Padre Kentenich como fundador, como instrumento del Dios providente, comenzó en ese día. El Dios de la vida y de la historia, mediante su intervención, había fijado de una vez para siempre el camino concreto y dado el carácter y modalidad decisivos al germen que haría de Schoenstatt un lugar de peregrinación  y de gracias.”

La incógnita para el fundador: ¿responderían los jóvenes seminaristas a la “secreta idea predilecta” que les había transmitido el día dieciocho? Él no haría nada para provocar en ellos una respuesta, él quería esperar a una señal de Dios que le confirmara o no el riesgo de fe por él asumido. De inmediato no se produjo reacción alguna; poco a poco, casi con titubeos, se acercaron uno tras otro los seminaristas, hablaron con él y le dieron su contestación afirmativa. Ese SI creyente de los estudiantes significará para el fundador la confirmación divina que esperaba. Y así, al hacerse visible la “resultante creadora” comenzará a trabajar para concretar la respuesta humana a la oferta de Dios. La semilla plantada el 18 de octubre de 1914 se hará fecunda por la fe de los primeros, como lo ha demostrado la historia de Schoenstatt.


sábado, 18 de octubre de 2014

La fundación de Schönstatt - los hechos

(Nota previa: Hoy, 18 de octubre de 2014, celebramos el centenario de la primera alianza de amor del Padre Kentenich y de los primeros congregantes con María en la capilla del valle de Schoenstatt, lugar que llegaría a ser un centro de peregrinación mariano para todo el mundo, el Santuario Original de Schoenstatt. En ese día comenzó también la historia del Movimiento. Considero un “detalle” de la Divina Providencia que justo en esta semana me toque comentar el capítulo titulado “Die Gründung Schönstatts” – “La fundación de Schoenstatt”, por lo que adelanto la publicación de esta ‘entrada’ en el BLOG a este día 18.)

Desde su nombramiento como Padre Espiritual de los estudiantes palotinos en 1912 el trabajo del Padre Kentenich se había centrado en la labor pedagógica con los jóvenes. En el año 1914 se dará una intervención especial del Dios de la vida: el comienzo de la primera guerra mundial cambiará muchas cosas, pero será otro acontecimiento, aparentemente insignificante, el que pondrá al joven sacerdote ante una “petición” especial de la Divina Providencia; será la “pequeña puerta abierta” para la mente y el corazón del Fundador, a través de la cual tendrá que pasar, dando una respuesta personal a la “sugerencia divina” y haciendo posible de esta manera la realización de los planes divinos.

En julio de 1914 cae en las manos del Padre Kentenich un periódico local con un artículo escrito por un capuchino que informaba a los lectores de un reciente viaje a Italia, a un lugar de peregrinación en el Valle de Pompeya cerca de Nápoles. Hacía unos años que un abogado italiano, Bartolo Longo, había construido en ese lugar un templo a la Santísima Virgen con algunas casas dedicadas a la acogida de niños y jóvenes indigentes. Al poco tiempo el templo se había convertido, por la afluencia de fieles que lo visitaban – y lo visitan –, en un Santuario de María, un lugar de peregrinación para la comarca y más allá. Se trataba de la fe de un laico que por propia iniciativa había fundado, por así decir, un Santuario. Sin visiones ni apariciones el cielo había mostrado su conformidad a estos planes a partir de la reacción y respuesta del pueblo creyente. Una “historia de conducción divina” que se construye por la respuesta humana a las indicaciones y a los deseos del Dios de la vida.

La lectura del artículo provoca en el interior del Padre Kentenich una inquietud especial: ¿no podría acontecer aquí en Schoenstatt lo mismo que en el Valle de Pompeya? La idea le persigue día y noche. ¿Sería verdaderamente posible que Dios le estuviera mostrando un gran plan a través de una señal tan pequeña? ¿No sería todo una equivocación y un engaño? ¿Y si los planes de la Divina Providencia dependieran de su respuesta afirmativa? Durante estas semanas (julio-octubre 2014) mantiene una gran lucha interior y finalmente decide responder con un sí a lo que él cree que es verdaderamente una iniciativa divina.
Su fe le lleva a responder a la invitación que le hace Dios para realizar con Él uno de sus grandes planes de amor: la fundación del Movimiento de Schoenstatt. Los estudiantes regresan de las vacaciones, y el 18 de octubre de 2014 se reúne con ellos en la capilla del valle de Schoenstatt dirigiéndoles unas palabras que los jóvenes escucharán atentamente y a las que después darán también su respuesta afirmativa. Es el “Acta Primera de Fundación”.

Con pocas palabras describe el Padre Kentenich a los jóvenes de lo que se trata: 
Pero si ustedes quieren saber el origen de este anhelo (alcanzar el mayor grado posible de perfección y santidad, según su estado), me parece que puedo manifestarles una secreta idea predilecta.
San Pedro, después de haber contemplado la gloria de Dios en el Tabor, exclamó arrebatado: ‘¡Qué bien estamos aquí! ¡Hagamos aquí tres tiendas!’ Una y otra vez vienen a mi mente estas palabras y me he preguntado ya muy a menudo: ¿Acaso no sería posible que la capillita de nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a ser nuestro Tabor, donde se manifieste la gloria de María? Sin duda alguna no podríamos realizar una acción apostólica más grande, ni dejar a nuestros sucesores una herencia más preciosa que inducir a nuestra Señora y Soberana a que erija aquí su trono de manera especial, que reparta sus tesoros y obre milagros de gracia. Sospecharán lo que pretendo: quisiera convertir este lugar en un lugar de peregrinación, en un lugar de gracia, para nuestra casa y toda la provincia alemana y quizás más allá. Todos los que acudan acá para orar deben experimentar la gloria de María y confesar: ¡Qué bien estamos aquí! ¡Establezcamos aquí nuestra tienda! ¡Este es nuestro rincón predilecto! Un pensamiento audaz, casi demasiado audaz para el público, pero no demasiado audaz para ustedes. ¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la Divina Providencia tiene designios especiales respecto a ella”.

Su secreta idea predilecta: invitar a la Santísima Virgen a que actúe desde aquí en forma especial y que transforme este lugar tan insignificante en un lugar de peregrinación con unas características muy especiales. Si las frases: “una y otra vez vienen a mi mente…” y “cuantas veces ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande” muestran la lucha de fe del Padre Kentenich en el verano de 1914, lo que más llama la atención es su seguridad en la interpretación de los planes divinos.
La reacción de los jóvenes y la historia posterior mostrarán lo acertado de este proceder. Dios actuará y mostrará la resultante creadora de lo realizado el día 18 de octubre: la alianza de amor entre el Fundador y la Santísima Virgen, entre los primeros congregantes y Ella convertirá la capilla en un lugar de peregrinación y será el origen y fundamento del Movimiento de Schoenstatt.

     

lunes, 13 de octubre de 2014

La seguridad del péndulo

El Padre Boll nos sigue hablando en estas páginas del libro sobre “el hombre de fe” que él encontró en el Padre Kentenich. Se refiere en primer lugar a la seguridad que le caracterizaba en sus relaciones con el Dios de la vida: cuando el Fundador hablaba de lo ocurrido, por ejemplo, en la historia del Movimiento de Schoenstatt, relataba no solo los hechos como una realidad concreta en un momento dado, sino que los veía y describía como el resultado de la  actuación de Dios y de la respuesta humana a los deseos divinos. Y esto no era en él una disquisición intelectual, sino que se trataba de experiencias existenciales que se apoyaban en una teología espiritual de la experiencia. Así, cuando el Fundador se refería a la seguridad que le da al hombre de fe la confianza en Dios, la definía como “la seguridad del péndulo”. El creyente, como un péndulo, está anclado y bien seguro “arriba”, en Dios, pero a la vez está expuesto “abajo” a la realidad terrenal que lo puede mover y lo mueve con muchos vaivenes e inseguridades.

En el trato personal con el Padre Kentenich, Boll fue adquiriendo un conocimiento mayor sobre la personalidad del Fundador. Dios lo había enriquecido con abundantes gracias, pero lo que más le caracterizaba era la imagen que tenía del Dios de la vida y su continuo esfuerzo por descubrir la voz divina en los acontecimientos concretos de la vida. Siempre estuvo dispuesto a responder a las indicaciones y a los deseos de Dios con una flexibilidad que nunca se debilitaba. Fue el hombre convencido de una “historia de conducción divina” que se va construyendo con el devenir de los acontecimientos. Él citaba a menudo a San Ignacio de Loyola: "Deum quaerere, Deum invenire in omnibus" - "Buscar a Dios, encontrar a Dios en todo".

Precisamente las palabras – “historia de conducción divina” – son la expresión más precisa de la experiencia que supone vivir en y desde la fe en la Divina Providencia. Así ocurrió en la historia de salvación, antiguo y nuevo testamento, y así ocurrió también en la vida del Padre Kentenich y del movimiento qué él fundó. Los cauces por los que el Dios de la vida eligió a sus “colaboradores” y los utilizó para conducir a su pueblo a través de los tiempos fueron muy similares en la historia de salvación y en la historia de Schoenstatt, salvando, claro está, las circunstancias distintas que se daban en ambos casos.

Como Abraham, el Padre Kentenich fue elegido para ser padre de muchos hijos en la fe y así conducirlos a Dios. Para eso tuvo él mismo que experimentar los claroscuros de la fe, luchar como Job con el Dios de la vida. En alguna ocasión el Fundador habló del “martirio de la fe en la Providencia”: quien se deja conducir tan intensa y exclusivamente por Dios, y hace depender totalmente sus decisiones de las señales divinas, tiene que estar dispuesto a experimentar no solo la claridad gozosa de la luz sino que tiene que contar también a veces con la más absoluta oscuridad.

El Padre Boll cuenta que en una ocasión el Padre Kentenich le habló de todas las dificultades de su vida, de las acusaciones e incomprensiones a las que fue sometido. Al final del relato, después de un largo silencio, el Fundador dijo en voz baja: “Que yo haya soportado todo a lo largo de mi vida, y que a pesar de ello haya sido capaz de seguir trabajando …… sería absolutamente inexplicable sin una experiencia profunda de Dios”. José Kentenich, un hombre de fe que ha llegado a ser padre en la fe de otros muchos que providencialmente le han conocido.

lunes, 6 de octubre de 2014

En diálogo con el Dios de la vida

En las páginas 45 a la 54 de su libro, el Padre Boll nos habla del “hombre de fe” que él encontró y admiró en José Kentenich. Así lo escribe: “Cuando se me regaló la oportunidad de conocer al Padre Kentenich y después, al poder trabajar junto a él, tuve desde el principio la impresión: aquí hay un hombre que cree de forma bien concreta en la acción de Dios en su vida y que se atreve a responder de forma activa a la misma.”

La imagen del Dios de la vida – junto a su talento pedagógico - es lo que caracteriza al fundador de Schoenstatt. En su presencia, y aunque no se hablara de temas de fe, se experimentaba de alguna forma la presencia de Dios. El Padre Kentenich llamaba a esta íntima vinculación a Dios “fe activa en la Providencia”. Hay que decir que esta característica apunta al núcleo de su personalidad y da forma a toda su espiritualidad.

El que entra en contacto con el Movimiento de Schoenstatt percibe rápidamente que cuando sus miembros hablan de la “Providencia”, se están refiriendo a algo más de lo que la Iglesia ha entendido hasta ahora en general cuando se nombraba a la “Providencia” o a la “fe en la Providencia”. Nuestra fe nos decía y nos dice que Dios tiene un plan concreto para la vida de cada persona y cada comunidad. Normalmente cuando se presentan los problemas, sufrimientos y dolores, nuestra fe en la Providencia nos ayuda a reconocer en ellos la mano providente de Dios, aunque no lo entendamos. Pero en cierta forma mostramos una actitud pasiva en la aceptación de lo ocurrido. ¡Es lo que Dios quiere! ¡Es su voluntad!, pensamos y decimos.

El hombre de una “fe activa en la Providencia” (también se dice: “fe práctica en la Providencia”) va más allá de la concepción antes citada. De la mano del Padre Kentenich sabe que Dios tiene previsto desde toda la eternidad un plan concreto para cada persona, pero que el mismo Dios supedita la realización de ese plan a la activa colaboración de la persona. Ese Dios de la vida entra en diálogo con el hombre a través de los acontecimientos concretos deseando provocar una respuesta humana. Dios quiere de alguna forma ganar al hombre para que “participe activamente en los acontecimientos”. Es evidente que en este diálogo el hombre se enfrenta a un riesgo importante: ¿habré entendido bien a Dios? El Padre Kentenich asumió el riesgo e invitaba y sigue invitando a la Iglesia de los nuevos tiempos y a sus miembros a que descubran y vivan según esta forma de fe activa en la Providencia.

Si se reflexiona sobre la historia del Movimiento de Schoenstatt hay que decir que este movimiento de renovación eclesial es hijo de la fe práctica en la Divina Providencia; el resultado de una iniciativa divina y de la respuesta que el Fundador y sus hijos han dado a la misma. Sin duda, esta fe constituye uno de los aportes más valiosos que Dios quiere regalar a la Iglesia de nuestro tiempo a través del Padre Kentenich: "una búsqueda activa del Dios de la vida y de la historia y una respuesta comprometida y arriesgada que involucra toda nuestra existencia. Es un auténtico camino de santidad para el hombre actual".