Continuando con las reflexiones del Padre Boll sobre la
imagen que el Fundador de Schoenstatt tenía sobre la Santísima Virgen quiero
destacar hoy las consecuencias que el dogma de la Inmaculada ha tenido para la
persona y para la pedagogía del Padre Kentenich, y consecuentemente para la orientación
pedagógica de toda su familia de Schoenstatt.
Al Padre Kentenich no le bastaba tener claro lo que el
dogma definió en este caso sobre María, él fue más allá: La Santísima Virgen
como Inmaculada no era para él un modelo inalcanzable, al contrario, Ella por
ser Inmaculada tiene una misión especial para la humanidad. De ahí su
convencimiento de que toda persona que se vinculara a la Madre de Dios experimentaría
su ayuda para ir siendo cada vez más, como Ella, una persona orgánica que vive
en armonía con Dios y consigo misma.
Porque para el pedagogo Kentenich el hombre solo se puede desarrollar
como persona en plenitud si la naturaleza y la gracia están en armonía.
El Padre Boll constata en los múltiples contactos
personales del Fundador con sus hijos espirituales el esfuerzo de éste por
desarrollar la personalidad de cada uno en esa dirección. Desde su
convencimiento de que Dios había realizado una sola vez, en María, su sueño
sobre la persona humana, aconsejaba que toda pedagogía debiera estar encaminada
a contribuir a que se restableciera esa unidad armónica
en el educando en tanto fuera posible. Y así fue como en Schoenstatt se desarrolló una “educación-de-inmaculada”
que pretende ayudar a vencer con la gracia la ruptura del pecado original en el
hombre, construyendo sobre la base de una naturaleza humana sana que contribuya así al desarrollo de la persona en
plenitud armónica como Dios la había pensado desde toda la eternidad.
Sabemos de la facilidad que el idioma alemán ofrece para
la construcción de nuevas palabras. El Padre Kentenich hacía uso abundante de
esta posibilidad. En el contexto de las reflexiones sobre la Inmaculada y la
persona humana que venimos comentando, encontramos un término que él acuñó y es
hoy conocido entre los schoenstattianos: “persona-inmaculada” (“Immaculata-Mensch”).
¿Qué caracteriza a esta “persona-inmaculada”?
El Padre Boll nos cuenta cómo en el trato con la persona del Fundador fue
descubriendo ese significado. El Padre Kentenich reflejaba en su persona de
forma muy natural esa unión entre lo natural y lo sobrenatural.
Él tenía claro que Dios
había creado al hombre tal como es, con cuerpo y alma. Naturaleza y gracia han
sido creadas por Dios y ambas se influyen mutuamente. Su tesis era: “Primero
hombre, después cristiano y consecuentemente hombre en plenitud”. En la
educación de la persona humana es la Inmaculada el modelo, la guía y la meta.
En este sentido “inmaculada” significa que todo lo humano y lo natural, lo
corporal y sexual debe ser incorporado en el ámbito de la gracia, porque todo
procede de Dios. Cuanto más crezca la persona en el mundo de la gracia, tanto
más crecerá ella sana y armónica en toda su naturaleza. Ese era el sueño y esa
sigue siendo la meta pedagógica que el Padre Kentenich tenía para todos sus
hijos.
Paco, ¡Qué bien lo has explicado! Clarísimo. Un abrazo, Ángel
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