En este
capítulo el Padre Boll nos descubre una de las habilidades del Fundador de
Schoenstatt en su labor pedagógica, sobre todo con ocasión de sus charlas y
conferencias a los grupos y personas del Movimiento: El Padre Kentenich solía
referirse en sus palabras a situaciones concretas – según caso y adaptándose a
la capacidad sicológica de sus oyentes –, aportando sin embargo en su presentación
principios de amplio alcance y válidos en general que servirán de pauta y orientación para todos los
oyentes. Es lo que ocurre con su primera charla, la de octubre de 1912 a los
estudiantes a él confiados. La charla es conocida en Schoenstatt como “Acta de
pre-fundación”.
Con el
título de “PROGRAMA” (será también su programa de vida) recoge en una frase
concisa y significativa del texto el mensaje central de su programa pedagógico
y de vida: “Bajo la protección de María, queremos aprender a educarnos a
nosotros mismos, para llegar a ser personalidades recias, libres y
sacerdotales” (aquel día hablaba a seminaristas palotinos). El núcleo esencial
de su proyecto se expresa en las palabras: “personalidades recias y libres”. A
partir de aquí y en un “diálogo
educativo” con los educandos, el Padre Kentenich desarrollará todo un sistema
pedagógico que perseguirá la formación del carácter y de la personalidad de
cada uno, para despertar en el individuo actitudes espirituales básicas que le
lleven a actuar según principios y valores claramente reconocidos y aceptados.
Es importante tener en cuenta que éste diálogo pedagógico será ya anunciado a
los jóvenes en la misma charla; él les dirá al respecto: “Queremos aprender. Por tanto, no
solo ustedes, sino también yo. Queremos aprender unos de otros”.
Esta meta
pedagógica es un aspecto esencial de la visión que tiene el Padre Kentenich sobre
“el hombre nuevo en la nueva comunidad”. Con esta meta en el horizonte, el Padre
Fundador busca ganarse a los jóvenes, y más tarde a todos sus hijos
espirituales, para que se esfuercen en su autoeducación, en medio de un mundo
caracterizado por descubrimientos y avances científicos fantásticos, y en cuya
dinámica el hombre está perdido porque no es capaz de abarcar los
mismos, dado que el desarrollo interior de las personas no ha podido mantener
el ritmo del progreso mencionado.
La solución que nos propone el Fundador es la de
educar y autoeducarse para llegar a ser personalidades recias, autónomas y
libres, que sepan decidirse por sí mismas y actuar según los principios y
valores previamente reconocidos y aceptados. Al ser después consecuentes con
los mismos, no seremos esclavos del ambiente, de la ciencia o del progreso,
sino, al contrario, estaremos capacitados para encauzarlos y dominarlos en
provecho y para el bien de cada uno y de los demás.
El trabajo
con los seminaristas avanzará en los meses sucesivos. Basándose en la tradición
de los jesuitas, el Padre Kentenich y los estudiantes fundaron en el seminario,
después de un año de experiencias comunitarias (1913), una congregación mariana en la
que los jóvenes desarrollarán en total libertad sus capacidades y pondrán en juego
sus anhelos y fuerzas juveniles para prepararse como futuros misioneros
palotinos. Con este fin buscaba y promovía el Padre Kentenich la autonomía e
iniciativa de los estudiantes. En la charla mencionada se lo explicaba de esta
forma: “Nosotros queremos, no yo. Porque en este sentido no haré nada,
absolutamente nada, sin el pleno consentimiento de ustedes. No se trata aquí de
un trabajo pasajero, sino que de una estructura que sirva para todas las
generaciones futuras”.
Desde aquel
día la meta pedagógica quedará definida, no sólo para los primeros congregantes
sino para todos los miembros de la Familia de Schoenstatt: “Queremos aprender a
educarnos bajo la protección de María como personalidades recias y libres”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario