Me llama la
atención el hecho de que el Padre Boll al reflejar en su libro el contexto
histórico en la vida del Padre Kentenich dedique más atención y espacio a los
años de la “visitación apostólica” a Schoenstatt y al tiempo del exilio del
Fundador en Milwaukee que al resto de su vida. Quiero entenderlo pensando que
el mismo Padre Boll durante esos años tuvo que tomar posición respecto a los
temas y posturas que motivaron la polémica en torno a la figura del Fundador y
que los mismos repercutieron en su propia vida y misión.
Lo primero fue
la visitación apostólica que el obispo de Tréveris Dr. Bernhard Stein realizara
a Schoenstatt en febrero del año 1949. En ésta la autoridad eclesiástica pudo estudiar y comprobar los principios schoenstattianos, y lo hizo en la comunidad de las
Hermanas de María, primer instituto secular de Schoenstatt y del cual era el
Padre Kentenich su director. El informe del visitador da por correcta y buena
la fidelidad de Schoenstatt a la iglesia, pero se muestra muy crítico con
algunas formas pedagógicas vigentes en el instituto citado, en concreto la
fuerte vinculación de las Hermanas a la persona del Fundador y director de la
comunidad.
El Padre
Kentenich recibe este informe en América del Sur. En el mismo constata la
existencia de algunas posiciones de ciertos círculos de catolicismo alemán con
las que él no está de acuerdo. Entonces aprovecha la ocasión y escribe desde
América la conocida “epistola perlonga” en donde explica sus puntos de vista,
enviándola desde Chile a Alemania el 31 de mayo de 1949. La carta no es
entendida en los círculos citados y hace que el obispo de Tréveris lleve el
asunto a Roma y acuse al Padre Kentenich de ejercer un estilo “dictatorial” y
“soberbio”. El resultado de estos hechos es una visitación apostólica de Roma
llevada a cabo en el año 1951 por el jesuita Padre Sebastian Tromp SJ. Este
dicta su veredicto destituyendo al Padre Kentenich en su función de
director general de las Hermanas de
María y enviándole al exilio en Milwaukee/USA (1951 – 1965).
Coincidiendo
con el principio de la visitación se da otro asunto del que el Padre Boll es un
testigo excepcional (él era entonces novicio de los Palotinos): se trata de la
relación entre el Movimiento de Schoenstatt y la comunidad de los Palotinos,
comunidad fundada por San Vicente Pallotti. Hay que recordar que pocos años
antes los superiores del Padre Kentenich habían decidido que éste se dedicara
exclusivamente a la formación y dirección del incipiente Movimiento Apostólico.
Sobre la postura del Padre Kentenich en este asunto el Padre Boll escribe: “El
Padre Kentenich tiene el convencimiento de que la idea original de Vicente
Pallotti para su fundación va mucho más allá que la de fundar una comunidad u
orden religiosa. La novedad surgida en Schoenstatt y la interpretación de que
este Movimiento fuera la concretización de la idea original de Pallotti, habría
sido el motivo de la decisión de sus superiores. Para el Padre Kentenich y su
visión adelantada al tiempo el hecho citado revelaría los planes de la
Providencia, de los cuales él mismo está convencido durante años: en el Movimiento
de Schoenstatt se deben agrupar diferentes grupos y círculos relacionados con
el apostolado católico, creciendo la comunidad de los Palotinos como el polo
central y motivador del Movimiento (“pars centralis et motrix”)…… El Padre
Kentenich intenta durante muchos años que esta comunidad haga suya la
espiritualidad del Movimiento de Schoenstatt…..”. Sin éxito.
El
protagonismo de las instancias del Santo Oficio en Roma con sus prohibiciones y
destituciones de destacados dirigentes del Movimiento de Schoenstatt y la falta
de diálogo con el mismo Padre Kentenich, al que nunca se le escuchó durante los
años del exilio, como escribe el Padre Boll, llevarán a que se formen opiniones
adversas y negativas respecto al
Fundador de Schoenstatt, y a que éste tenga que esperar en su silencio de
Milwaukee a que providencialmente se convoque y se celebre el Concilio Vaticano
Segundo (1962 – 1965). El mismo Papa Pablo VI decretará la total libertad y
rehabilitación del Padre Kentenich, volviendo éste a Schoenstatt en la Navidad
de 1965. Allí podrá dedicarse sin limitación alguna a completar su fundación y las diversas comunidades de la
misma hasta el fin de su vida en septiembre de 1968.
En el año
1964 se había decretado por parte de Roma la separación entre los Palotinos y
Schoenstatt, y en 1965 se fundará la nueva comunidad de Padres de Schoenstatt,
que serán a partir de entonces la “pars centralis et motrix” del Movimiento. A
ella pertenece desde su fundación el mismo Padre Boll, siendo miembro de la
dirección de la misma desde su fundación el 18 de julio de 1965 hasta el año
1998.